Diario de una vida

Diario de una vida
Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

jueves, 31 de diciembre de 2015

Reflexionando sobre el año que termina (el período del año más difícil)

Aquí, sentada frente a mi laptop después de ir a misa (y casi desmayarme en el proceso), me encuentro con unas ganas tremendas de escribir sobre el sucedo más triste y difícil del año, probablemente de mi vida (y eso espero realmente). Solo espero vencer mi reticencia a hablar de eso, por temor a que salgan lágrimas y llegue a verme mi mamá y pregunte muy preocupada: ¿qué te pasó? ¿qué tienes?
La cuestión es que durante mi residencia, en febrero, me hicieron una resonancia magnética debido a la pequeña pero constante pérdida de visión en mi ojo izquierdo. La tomografía que me hicieron primero no mostraba nada, pero la resonancia mostró un tumor "junto" a mi cerebro, o sea, no "en" mi cerebro, lo que parecía una buena noticia, pero no fue tanto. Era necesario operar, según la neuróloga del ISSSTE, que mandó una cita con el neurocirujano.
Ahora bien, en mi relato no pretendo dejar ni en bien ni en mal servicio de salud pública que tenemos en México, pero es que, la verdad, podría ser mejor. Primero lo intentamos (mi familia y yo, quiero decir), en el IMSS, me mandaron a México al centro de salud o como se llame, pero el dr. que nos encontramos ahí dijo que mi caso era complicado y que se debía hacer la cirugía lo más pronto posible, sin embargo, no era urgente. No entiendo mucho su definición conjunta de "lo más pronto posible" y "no urgente", pero en fin. Levantarme a las 5:00 am para subirme al camión de las 6:00 am y llegar 9:00 am, TRES largas horas de viaje de ida más otras tres de regreso, de 3:00 pm a 6:00 pm, durante TRES largos meses, aprox. para que no resolvieran nada. Ni siquiera aceptó mi resonancia y pidió una nueva, en una máquina toda vieja y sucia.
Fue hasta que tuve cita con el reumatólogo del ISSSTE que él pidió que me dieran una nueva cita con el neurocirujano, porque había perdido las dos anteriores. Y sí, y era pronto, el 19 de junio. Lo recuerdo porque ese día es cumpleaños de mi hermano, y porque se supone que ese día tenía cita con el neurocirujano en México. Sin embargo, al ver que no avanzaba y que casi vence mi vigencia de servicio, en agosto, fuimos con el del ISSSTE. Y él fue muy comprensivo con lo de mi vigencia, interpretó la resonancia de manera diferente al de México, que coincidía con el resultado que proporcionó alguien del laboratorio, y fue programada mi cirugía para el 2 de julio.
Con los nervios o algo, me puse mal en junio, y ya no pude ir a mi último mes de residencia, lo que no supuso un gran problema, pues mi proyecto iba bien y mi asesor fue muy comprensivo también, sobre todo porque me daba permiso también de faltar o llegar tarde por ir a mis citas médicas, que eran bastante frecuentes.
A partir de aquí viene la parte difícil y larga... la que seguramente hará que suelte algunas lágrimas, por lo que la dejaré para otro día.
Y aún así, lo importante es que estoy aquí, con algunas pocas secuelas quizá, como esa excesiva falta de condición física, o que engordara un poco... pero aquí estoy: viendo, caminando, hablando, comiendo (algo que aunque esté enferma hago), moviéndome, con mis recuerdos intactos, creo, y sigo siendo yo, con los mismos gustos y hobbies. Más allá de la experiencia que pasé, o las secuelas, o que ahora tenga cabello corto, eso es lo más importante.

sábado, 29 de agosto de 2015

Lo que pasó en residencia.

Estuve algunos meses en mi residencia profesional... cuatro o cinco depende si me pregunta algún amigo o me preguntan en el tec...
Al principio fue difícil: todo eso de llegar a un lugar donde solo conocía a mi asesor y al asesor de uno de mis amigos (porque también consideré la posibilidad de quedarme en ese proyecto y no en el que me quedé), y apenas de vista y de nombre; quedarme en un cuarto de una casa con una familia a la que apenas y conozco de vista, y se me olvidaban sus nombres a veces, y comer con ellos; tener que preparar yo misma mi desayuno, almuerzo y cena, yo, que no sé cocinar más que cosas muy básicas, con gran esfuerzo, y que no tenía más que una parrilla eléctrica que tarda en calentar, y unos cuantos platos, vasos y cucharas.
El primer día fue aburrido. Ángel y yo empezamos el mismo día en el mismo edificio, ligeramente separados, cada uno en su cubículo. Marco ya estaba desde la semana anterior. Pero no salíamos, porque no sabíamos que podíamos hacerlo. Yo empecé un curso online para aprender a usar las herramientas con la misma estructura que ellos la usan. Leer y seguir pasos de algo que supuestamente ya conocía fue lo más aburrido. Y saliendo, a las 2pm, llegar a esa casa desconocida y ser invitada a comer con esa pequeña familia fue algo, no sé, entre vergonzoso y extraño... sobre todo por el hecho de que yo apenas hablo cuando no conozco. 
Toda la semana transcurrió básicamente con la misma rutina, yo leyendo, haciendo mis apuntes, siguiendo los pasos del curso, llegando a comer, subir a mi cuarto a intentar avanzar al curso para terminarlo más rápido, que en realidad no avanzaba porque hay muchas series y animes que quería ver, y muchos libros que leer, a veces dormir por las tardes porque me levantaba temprano y me quedaba con sueño.
Todo fue aburrido pero bien. Fue hasta la segunda semana cuando empecé a sentir "el peso de la soledad". Sin mis papás, mi hermano, mis tías, mis primos... casi llamo a mis papás para que fueran por mi. Pero recordé que estaba donde quería estar, que esas eran unas "prácticas" para vivir sola, antes de irme a trabajar a algún otro estado, que si no lograba vivir sola en un lugar tan relativamente  cerca de mi casa, menos podría vivir sola en un lugar que esté más lejos, porque sin duda me lo recordarían siempre y lo pondrían como una razón de peso para no dejarme ir, y también, que si mis amigos pudieron vivir solos casi 5 años para estudiar en el tecno, ¿por qué yo no podría vivir sola cinco meses para mis prácticas? Así que "el peso de la soledad" duró a lo mucho dos días, y me quedé.
Conforme pasaba el tiempo me fui acostumbrando. Y también iba a platicar con Ángel, después hasta salíamos a comprar una coca o algo para tomar o para comer con Marco, hasta la tienda de afuera, o a las máquinas que estaban adentro.
Incluso conocí dos "chicos" (que debería decir hombres por la edad), de una forma extraña, tal vez. Uno iba caminando detrás de mi y me pasó y me saludó, pero en lugar de seguir su camino como todos hacían (porque todos eran muy amables al saludar, pero solo saludaban), él se quedó platicando casi como si nos conociéramos, y así todo era "yo esto, yo aquello" con unas preguntas para mi, cuyas respuestas le permitían hablar más de él. Me lo encontré dos veces así, y la tercera fue a visitarme hasta mi cubículo, y que según le habló a mi asesor de mi, que soy muy trabajadora e inteligente y así, cosa que no deja de agradecerse, pero bueno, ni me conoce... El otro si fue raro, porque yo iba pasando por el estacionamiento viendo el paisaje y vi una ardilla en un árbol, y seguí caminando. Después, esa misma ardilla u otra del mismo color gris, salió de debajo de un carro corriendo frente a mi y me asustó, prácticamente salté hacia atrás, y casi choqué con ese otro, que trabaja ahí mismo, y que quiso hacer conversación, primero en torno a la ardilla, y después la "ritual" del como te llamas, en que departamento trabajas, o así.
Ninguno de los dos pasó de eso, la verdad. No estaba interesada en ningún tipo de relación romántica, y menos empezar a conocer a alguien a quien no conozco, y que definitivamente tiene más experiencia que yo en todos los aspectos.
Después de dos largos meses, hasta abril, creo que después de las vacaciones, fue cuando empecé a recibir más visitas de mis amigos. Como las clases de cocina con Marco, donde llegó Ángel nada más a comer; cuando fui a cenar tacos con Mike; el "convivio" de tres personas, Ángel, Jorge y yo, solo para combeber y que descompusieran las bocinas de mi laptop; cuando se quedaron Rebe y Alma a dormir, pero antes fuimos al centro a pasear, o cuando se quedó solo Rebe y también fuimos al centro, más en secreto, y me quedé sola voluntariamente para que ella pudiera ver a alguien más, y en ambas ocasiones regresamos a comer chucherías. Realmente, visto así, fueron pocas visitas, pero estuvieron bien para mi, más con algunas de tantas para ver películas; lo que me mostró las ventajas de vivir sola, sin tener que pedir permiso para ir a algún lugar, dormirme a la hora que quisiera (aunque igual me tuviera que levantar temprano), o invitar a alguien simplemente a pasar el tiempo...
A mi edad, quizá eso no debería ser una novedad, pero para mi lo fue. Y aunque fuera poco tiempo, me considero lista para ir a trabajar a cualquier lugar lejano y vivir sola otra vez, aunque igual necesitara ir a mi casa cada fin de semana.
Y aquí termina mi corto resumen de esos pocos meses. Me ofrecieron quedarme a trabajar, pero por cuestión de salud no fue posible. Además, escogería algún otro departamento con más gente y convivencia, y posiblemente otro lugar para vivir, porque la "casera" me caía bien a veces y a veces no, supongo que dependía de mi estado de ánimo, o del clima, algo. No me sentía tan en confianza como para poner películas o música a todo volumen. Me hubiera gustado que, si me quedaba, rentar sola, ahora si, aunque también tenga sus desventajas. Pero el "hubiera" es inútil, porque no fue así.
Se dice que las cosas pasan por algo, tal vez para que encuentre un mejor lugar donde trabajar, y donde vivir. 

martes, 2 de junio de 2015

Historia del sueño de 27 de julio de 2013 (parte 3)

Llegó el día de la carrera donde competiría Joshua, y Ariane se sentía muy emocionada. Se arregló especialmente para verlo, con una blusa azul de tirantes y zapatos a juego. Toda la carrera la veía con emoción, inclinándose al borde de su asiento. Joshua ganó, como era de esperarse.
Él volteó a ver al público, y encontró a Ariane, viendo todo con un entusiasmo casi infantil, y le sonrió. Ella se sonrojó de nuevo. Por alguna razón, esta vez fue diferente para Joshua, pues toda su timidez le pareció tierna después de verla así de emocionada, y ella le sonrió también, tímidamente, pero con la misma sinceridad que apreció la primera vez. Tal vez, sólo tal vez, esa chica fuera su tipo.

Una voz de mujer, firme y autoritaria, sonó por los altavoces, sobresaltándolos.
-Atención todos. Soy Melora, la madre de Joshua. En honor al cumpleaños número 23 de mi hijo, organizaré un baile al que podrán asistir todas las chicas aquí presentes, cuyas edades vayan de los 18 a los 22 años, para que él pueda escoger a su próxima novia. Es obligatorio que vayan vestidas de blanco, y usen zapatos blancos. Mis ayudantes les darán su invitación. Eso es todo.
Joshua estaba conmocionado "¿Cómo puede hacer algo así?". Ariane, en cambio, estaba nerviosa "¿un baile?";  observó a todas las chicas a su alrededor, todas estaban emocionadas y ya comentaban los vestidos que iban a ponerse, lo que la ponía más nerviosa todavía, pues ella no usaba vestidos, no asistía a bailes. y no creía poder competir con todas esas chicas. Ariane dirigió su mirada a Joshua, sin poder ocultar su nerviosismo. Él se veía tan sorprendido; era obvio que él no sabía nada de ese baile, así que Ariane se decidió a ir. Llegó un hombre vestido de mayordomo, que anotó su nombre en una lista, y le entregó una invitación blanca y plateada con letras negras, donde mencionaba la hora y el lugar del evento, y también invitaba a reunirse previamente con las otras chicas para escoger su ropa en unas tiendas departamentales. En ese aspecto podría haber un problema, y era que probablemente no pudiera pagar un vestido en alguna de esas tiendas. 

martes, 10 de marzo de 2015

Historia del sueño de 27 de julio de 2013 (parte 2)

Ariane llegó a preguntar si podía inscribirse a una carrera. El administrador la vio; "demasiado alta" parecía decir su mirada, pero ella sostuvo su mirada y soportó el escrutinio.
-Está bien, escoge un equipo y póntelo, estamos por empezar.
Eran solamente carreras para principiantes, pero quería saber como era competir.
La carrera comenzó y Ariane lo estaba haciendo bien; llevaba una ligera ventaja sobre sus competidores. Sentía el motor, oía el ruido, el viento, sentía la velocidad... por eso es que a tanta gente le gustaban las carreras.
Para su sorpresa y la de todos, ella llegó en primer lugar. Le pusieron una medalla en el cuello, y le dieron un carro de juguete, rojo, como el que conducía. Después le tomaron fotos con una edecán, que era más baja de estatura, más delgada, mejor vestida, hasta más bonita y de mejor cuerpo. Todo eso la hubiera intimidado en cualquier otra ocasión, pero no en ese momento, Sonrió en todas las fotos.

Ariane caminaba aún con la medalla al cuello y el carro de juguete en una mano, dentro de una caja, pensando en la emocionante carrera y en cómo hubiera sido si Joshua hubiese podido verla. Estaba tan distraída que no vio a un chico que caminaba hacia ella, viendo a todos lados menos al frente, y chocaron. El carro cayó de la mano de Ariane y ella se agachó para recogerlo, pero el chico lo tomó primero y se lo dio.
-Toma. Lo siento, no me fijé por donde iba,
-No te preocupes, no puse atención tampoco, lo siento.
Ariane levantó la mirada y vio a Joshua. Como pasaba cada vez que lo veía, se sonrojó y se quedó sin saber qué decir.
-¿Qué es eso?-le preguntó Joshua señalando la caja en la mano de Ariane.
-Oh, esto. Supongo que debe ser alguna especie de recuerdo de la carrera-lo sacó de su caja y él vio el pequeño pero detallado carro rojo. 
-Está muy... wow! se ve muy real-entonces él vio la medalla colgando del cuello de Ariane-¿Tú compites en las carreras?
-Ah, no exactamente. Fue la primera vez, en la carrera para principiantes.
-Ya veo, entonces ya terminaron... yo apenas llegué para verla.
Ariane se quedó sin decir nada, sorprendida, solo pensando en lo cerca que estuvo él de verla competir.... Entonces Joshua interrumpió sus pensamientos.
-¿No te he visto antes?
-Supongo... no lo sé.
-¿Qué clase de respuesta es esa?-le preguntó al mismo tiempo que sonreía.
-Bueno, es que he ido a ver alguno de los partidos, pero no creo que me hayas visto-dijo bajando un poco la mirada y sonrojándose levemente, pero él no lo notó.
-Pues creo que sí. Sólo vas y los ves atentamente, pero no parece que te emocione demasiado.
-Bueno, es que, acompaño a una amiga a verlos. Yo no acostumbro ver fútbol.
"Así que es por eso" pensó Joshua.
-Pero me gusta más ver las carreras-dijo repentinamente Ariane.
-Pues... pronto competiré en una. ¿Te gustaría ir?
"¿Podría ser eso verdad? ¿Joshua me está invitando a verlo competir?
-Sí, me gustaría-le sonrió por primera vez, y Joshua pudo ver que su sonrisa era muy linda. No tanto por sus labios, por su forma, carnosos y con un toque de brillo, ni por sus dientes, algo pequeños pero derechos, y no tan deslumbrantes como otros, pero había algo en esa sonrisa que la hacía linda.
"Es una sonrisa sincera" pensó él en su aturdimiento.
-Muy bien, supongo que te veré allá entonces.
-Si.
-Por cierto, soy Joshua-le tendió su mano. Ella vaciló un instante antes de estrecharla con confianza.
-Ariane.
-Un gusto conocerte, Ariane. Nos vemos.
-Sí, nos vemos.
Parecía un sueño, que él se hubiera acercado a hablarle, o bueno, que se hubieran encontrado así y que le hubiera hablado. Y su mano era tan masculina, tan fuerte, y él se veía lleno de confianza, tanto, que pensó que le gustaría ser como él, dejar su timidez atrás y empezar a confiar más en sí misma, dejar de compararse con los demás, y sonreír un poco más, de la manera tan natural como él lo hacía.