Diario de una vida

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Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

sábado, 10 de julio de 2010

¿Casualidades, coincidencias o señales del destino?

Creo en que las coincidencias son señales para continuar con nuestro camino, pese a que no siempre se puedan ver. En estos últimos días he estado muy atenta para percibir esas señales, y me he dado cuenta que ya había recibido bastantes en el pasado. Para no ir tan lejos, cerca de mi clausura me mandaron a la dirección en representación del jefe de mi grupo; sin saber de qué se trataba, fui. Mi sorpresa fue muy grande cuando me dijeron que, una de mis compañeras y yo (las únicas que habíamos ido), tendríamos que escribir algunas palabras de despedida, y una de nosotras sería escogida como representante de la generación. Yo fui escogida, con un discurso muy lindo, a mi parecer, y, aunque no pude escuchar el de mi compañera, deduzco que por algo fui yo la elegida. Tal vez para demostrar quien era mejor escritora, o quien hablaba mejor en público; si fuera así, lo demostré (necesitaba hacerlo). Algo después de eso, fue que en uno de los ensayos de la escolta, me fui al mismo tiempo que el único hombre de la escolta, a quien considero un gran amigo mío (a pesar de que llevábamos ya tiempo sin hablarnos demasiado), y me invitó a una comida en su casa, ese sábado. Pues ese sábado, a pesar de algunas dificultades, mis dos amigas y yo llegamos a su casa. Ellas se fueron pronto, pero yo me quedé (no quería desaprovechar la oportunidad de estar allí, menos con el trabajo que me costó llegar). Fue después de que ellas se fueran, que sucedió una de las casualidades de las que he hablado. Hace tiempo, entre mi lista de futuras lecturas, se encontraba "El alquimista" de Alejandro Dumas, un libro que, hasta la fecha, no he podido encontrar. Lo recordé porque mi amigo recibió de regalo, de uno de nuestros profesores, el libro de "El alquimista" pero escrito por Paulo Coelho. No recuerdo si fue ese día o al siguiente, que decidí buscar ese libro. Y lo encontré, junto con otro del mismo título escrito por H.P Lovecraft. Leí ese primero, ya que sólo era un cuento, y me gustó, pues relacioné el estilo con el de Edgar Allan Poe. Pero cuando leí el de Paulo Coelho, sentí que ese libro había llegado a mí por algo, pues habla de la lucha por conseguir un sueño (un tesoro, en este caso), de cómo el camino podrá ser difícil, pero con voluntad y entrega todo es posible; de que la mayoría siempre tiene señales o tesoros ante sus ojos, pero pasan de largo sin verlos porque no los reconocen; de que seguir nuestra leyenda personal es el verdadero objetivo de la vida y, si no la seguimos, la vida será como una carga pesada, monótona y aburrida. La verdad, me hacía falta leer algo así, ahora que ya son vacaciones y no podré ver a mis amigos tan seguido como antes, y por todas las cosas que han pasado últimamente en mi vida, y en mi mente...
Otra casualiadad muy favorable, fue el pequeño viaje del jueves, del que hablo en la entrada anterior, donde se ve que pude aplicar lo aprendido hasta ahora, y que no se quedase sólo como palabras vacías... Ese día hablé con mi amigo de este libro, y pude notar, por su particular forma de pensar, que si le había servido la lectura, y que la aplica en conjunto con lo que él ya sabía o pensaba sobre el tema.
Y ocurrió otra feliz casualidad ese día. Después de acompañar a mi prima, la dejé ir con su amiga, y me regresé a mi casa. Para tomar la combi, tuve que ir al parque y, allí, vi una revista que tenía en la portada un grupo que me gusta mucho, así que la compré. Y la casualidad no fue, en sí, el hecho de poder comprar esa revista por el grupo en portada, sino porque, al llegar a mi casa, después de leer el artículo sobre el grupo en cuestión, me salté a la parte de las películas nuevas, y vi un título prometedor "Verónika decide morir" basada en una novela de Paulo Coelho. ¿No fue, acaso, una señal? Apenas vi el autor, me decidí a buscar ese libro. Y lo encontré. Ahora mismo lo estoy leyendo, y también tiene una historia de reflexión, sobre una joven (Verónika) aparentemente normal, pero cuya vida es una rutina, repetible y por completo aburrida, así que, para terminar con esa situación, decide suicidarse. Su intento falla, y es internada en un manicomnio, donde le dicen que le quedan pocos días de vida, pues ese atentado a su vida ocasionó fallas en su corazón, y podría morir cualquier día de un ataque cardíaco. Solo durante su estancia en el manicomnio, se da cuenta de que su vida no tenía sentido, pero que fue así porque ella así lo decidió, que pudo hacer algo diferente de su vida, no lo que sus padres o la sociedad esperaban que hiciera. También descubre la alegría por vivir, hace algunos amigos, ya no teme expresar lo que piensa o siente, y se enamora de un joven que padece esquizofrenia; mas todo eso, casi al llegar al final de su vida. Como ella, voy en camino al descubrimiento, con la gran diferencia que yo aún tengo oportunidad, en teoría, porque en realidad no sé cuantos días viviré. Lo que sí sé es que cada día debo, realmente, VIVIR, porque podría ser el último.

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