Diario de una vida

Diario de una vida
Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

miércoles, 28 de julio de 2010

Más del amor

Después de tantos poemas, cartas, canciones y declaraciones de amor, al fin he comprendido la verdad: son inútiles, además, falsos. Tanto tiempo pensando en el amor de los cuentos de hadas, después, en la vida real, que no se parece a ninguno de los cuentos. No entendía lo que sé ahora: el amor no es para hablar o escribir sobre él, sino para sentirlo. Tuve que pasar por algunas experiencias para comprender eso; en realidad, fueron muy pocas, lo que me enorgullece al mismo tiempo que me preocupa, pues si he logrado comprenderlo después de tan poca experiencia debo estar orgullosa, pues hay quienes, a pesar de lo mucho que han pasado, aún no logran comprenderlo, y, al mismo tiempo, estoy preocupada, pues sé que todavía tengo un largo camino por delante, y que no todos piensan como yo. Esa es la alegría del riesgo: atreverse a ser diferente. No sé que me depare el futuro, pero sé que tengo la fuerza para afrontarlo, la misma fuerza que anida en cada uno de nosotros. También tengo todo lo que he aprendido, pocas experiencias, pero realmente vividas, me hacen comprender mejor las cosas. ¡Y se siente tan bien poder saber que quiero a alguien, a pesar de no verlo a menudo! Pues, así como me siento ahora, sé que el amor lo posee todo al no poseer nada. Sólo poder ver a alguien, durante un momento, un día a la semana, y saber que nunca, a pesar de conocerlo, podrás poseerlo (pues una persona no puede poseer a otra), y, aún así, sentir una completa libertad, alegría y sentimiento de propósito, es algo maravilloso. Quizá tardé mucho en comprenderlo, intentando hacer las cosas a mi manera, queriendo que la otra persona conozca lo que siento por ella, y que sienta, también, lo mismo por mí; atormentándome por los celos, la mayoría de las veces infundados; queriendo que esa persona sea lo que yo quiero que sea, en lo que lo convertí, y no lo que es realmente, en otras palabras, idealizándolo y queriendo que cumpla ese ideal. Pero todos esos errores, de alguna manera, valieron la pena, para poder ver las cosas tal y como las veo ahora.

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