Diario de una vida

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Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

lunes, 20 de diciembre de 2010

Lenguaje universal

Hace tiempo, leí sobre un lenguaje universal, un lenguaje sin palabras que puede entender cualquiera, independientemente del idioma que hablen. Pensaba que, entre dos personas que hablan el mismo idioma, ese lenguaje resulta superfluo, que es algo de lo que se puede prescindir, pero ahora veo que no es así.
Primero es el lenguaje del entusiasmo, de hacer las cosas con alegría, de hacer las cosas que se quieren hacer sólo porque se quieren hacer, y no porque se tengan que hacer. Esa diferencia parece poca, pero es bastante grande. Si alguien hace las cosas que quiere será feliz, pero hacer lo que no quiere hacer no hace a nadie feliz; simplemente, se pierde el entusiasmo, la alegría por su trabajo. Podrá ser que alguien que trabaje en lo que le gusta apenas y gane dinero para vivir, pero esa alegría es irremplazable, y hace que valga la pena; si al contrario, lo más importante es ganar dinero, aún haciendo lo que no le gusta, pues de nada valdrá, pues sería una persona de las que abundan, con una cara de infelicidad y amargura, o si no, al menos la tendrá en el corazón. Sería mucha suerte que, por algo que me guste hacer, gane muy bien, pero eso ya es otra historia...lo importante es ser feliz con lo que se hace.
Además del entusiasmo, está la sonrisa. Dos personas, que quizá ni siquiera se conocen, si sienten una extraña sensación de afinidad, y deciden intercambiar una sonrisa, se están comunicando sin necesidad de que medie ninguna palabra entre ellas. Una sonrisa es como una luz que ilumina la vida por un instante, y el recuerdo de una sonrisa es lo que más permanece, junto con la mirada. Pero, al contrario de la mirada, que puede expresar tantas cosas o no expresar nada, con una sonrisa se expresa la alegría, el entusiasmo, lo que sientes al ver a una persona, incluso aunque no la conozcas. Sólo con ver a una persona, y decidir regalarle una sonrisa, le puedes alegrar el día, y conseguir una sonrisa a cambio. Un perfecto lenguaje universal, porque cualquiera al que le sonrías, te puede dar una sonrisa suya a cambio. Y puede ser también, que sin conocer a alguien, sólo porque han sonreído mutuamente, estableciendo contacto visual, lo consideres tu amigo. Es algo que sucede y, aunque no se vuelva a ver a esa persona, quedará el recuerdo de esa sonrisa, por la cual lo podrías reconocer en cualquier momento y en cualquier lugar.
Y está también el más perfecto lenguaje universal: el amor. Una sola mirada basta para comunicarlo, cuando sientes que alguien es el indicado para ti, que es alguien que, aunque inconscientemente siempre has buscado. Sólo hace falta ver el brillo de sus ojos, por lo que lo reconoces definitivamente.
Aunque, claro, también hay otras clases de amor, como el que se siente por la familia, más especialmente a los más cercanos, aquellos que reconoces como familia y siempre están ahí para ayudarte  en lo que sea; o el cariño, o lo más cercano al amor, que se siente por los amigos, cuando son muy queridos y harías prácticamente cualquier cosa por ellos. Cualquiera de este tipo de amor, siempre es mejor cuando es correspondido porque, si no lo es, destroza por dentro.
Y estos tres tipos de lenguaje, cualquiera los entiende, o, al menos, los siente, aunque no sea al 100% consciente de ellos, porque pueden estar ciegos a las cosas bellas de este mundo, pero no pueden escapar de lo que se siente hacer las cosas con entusiasmo, regalar o recibir una sonrisa, o amar profundamente a alguien.

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