Diario de una vida

Diario de una vida
Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

sábado, 8 de enero de 2011

Mentiras; el valor del perdón

Todos mentimos alguna vez en la vida, por una u otra razón, que puede, incluso, parecernos una buena razón: ocultar algo vergonzoso, evitar herir a alguien, para no dañar los sentimientos de una persona, para evitar un castigo, cosas así.
Sin embargo, las mentiras suben de nivel, y dejan de ser mentiras "blancas" (si es que ese término puede ser aplicable a una mentira) para convertirse en algo más serio, o para nuestro propio beneficio.
En casos como este, es común utilizar de referencia la fábula del pastor y el lobo, en el que el pastor daba gritos alertando a los habitantes de que un lobo se llevaba sus ovejas, y estos acudían en su auxilio, hasta que decidieron no creer más sus mentiras, y cuando verdaderamente llegó un lobo a llevarse sus ovejas, ya nadie acudió en su auxilio. Lo mismo pasa con todos los que mienten: llegará el momento en que nadie les creerá aunque estén diciendo la verdad.
Y claro, también están, entre esos, los que planean cuidadosamente sus mentiras y engaños, llevando todo al siguiente paso como lo hayan planeado, hasta que se descubre el engaño.
Si tienen algo de decencia, pedirán disculpas, y si no, fingirán arrepentimiento y pedirán (de manera falsa e hipócrita) una disculpa. También podría descubrirse esa manera falsa, así que ya nunca se les creerá ni aunque su arrepentimiento sea sincero.
Y aquí es donde entra otro tema: el perdón.
Perdonar a los demás es algo bastante bueno, ya sea que realmente se arrepientan de lo que hicieron o no, porque lo importante es ayudarnos un poco. Más explicado: si no perdonamos a los demás, puede que a los demás no les importe, pero el peso del rencor lo cargamos nosotros mismos, y esa puede ser una carga muy pesada y desgastante. Si el "culpable" de eso es un gran mentiroso, no le va a importar si lo odias o algo parecido, lo cual crea, de alguna manera, más odio hacia él o ella por su indiferencia; y si está arrepentido, el que no lo perdones sólo logrará, además, un impreciso sentimiento de culpa. Como se puede apreciar, sea cual el caso, el perdonar a otros nos libera a nosotros mismos, aunque no les pueda importar a ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario