Diario de una vida

Diario de una vida
Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

miércoles, 25 de abril de 2012

Historia de las historias sin final

Había una vez una niña con muchos amigos, que a pesar de ese hecho no dejaba de pensar y hacer cosas de niña, como leer muchas historias fantásticas y románticas. Sus sueños estaban poblados de elfos, magos y dragones, y a veces algún caballero que hacía gala de sus mejores modales, y mostraba siempre su valentía y sinceridad. Eran sueños que sabía que no podrían cumplirse en el mundo, y sin embargo no dejaba de soñar. Y cuando la niña creció, conoció a un chico, que creía que personificaba todas las cualidades y virtudes del más galante caballero, y su talento como escritora floreció a tal punto que no podía dejar de escribir, incluso durante las clases. Y todos los poemas y todas las historias hablaban sobre él, sobre detalles románticos que podría tener con ella, sobre lo bien que se verían juntos, sobre como sería estar juntos. Y fue así mientras no veía más que lo quería ver. Hasta que un día, el hechizo desapareció, y vio que ese lindo chico no era más que un chico normal, bastante bien educado e inteligente, pero solo un chico al fin y al cabo. 
Después de él, conoció a otro, de quien se fijó en lo hermoso de sus ojos verdes, en lo bien que se veía cada día. Y esos sueños pudieron tener una muerte rápida, de no ser porque de nuevo comenzaron a surgir las historias, más imaginarias e imposibles esta vez, en un mundo imaginado, con realidades diferentes, donde la magia existía de una forma más visible. Hasta que la historia llegó a un punto en el que no podía avanzar más, debido a la ausencia de ese chico, durante mucho tiempo atrás.
Y así fue conociendo uno por uno, cada uno mejor que el anterior, y cada uno con su propia historia, de apenas un párrafo o de un capítulo entero. Pero nunca pasaron de ser historias desarrolladas en una intensa imaginación, nunca pasaron a formar parte de la realidad, más que escritas sobre hojas sueltas, con tinta de colores, o en algún cuaderno especial.
Cansada de historias que nunca se hacían realidad, aceptó internarse en una historia que no era la suya, que nunca podría serlo, de la mano de un chico que no representaba en absoluto su ideal, y que fue su primer novio; hasta que, por aburrimiento y hastío, lo abandonó, y pudo entrar en una historia que había creado tiempo atrás, con  un chico encantador, inteligente y amable, pese a que no podría considerarse un ideal tampoco, debido a su falta de estatura, un chico que sería su segundo novio. Una pequeña historia que terminó mal, ya que nunca debieron dejar de ser amigos y nada más.
Después de eso, hubo solo unas cuantas historias de un párrafo, de la duración de un poema, que no fueron relevantes. Hasta que se empezó a fijar en uno de sus amigos. Esta vez, aprendida la lección, trató de no dar ningún paso en falso, pues no quería alejarlo. Meses después, su historia terminó sin que hubiera empezado, cuando se enteró que era inútil cualquier intento. 
Tiempo después, hubo otro más, que sin conocerlo ya lo veía, aunque no apareciera aún en ninguna de sus historias. Y conoció a un chico más grande de edad, y de nuevo accedió internarse en la historia de alguien más, una historia que nunca hubiera imaginado. Y ese chico tenía las cualidades que buscaba, pero junto con defectos imposible de ignorar, y amplificadas sus cualidades a tal punto que resultaban abrumadoras y fuera de realidad, y fuera del límite de su tolerancia. Así que fue una historia más que abandonó, un capítulo más cerrado en su vida.
Y conoció un poco más a aquel que no conocía; triste es admitir que se terminaron las historias, que la imaginación no crece con él, y que probablemente nunca lo haga; es como aferrarse a un clavo ardiendo, sólo mantener una ilusión con el único fin de sentirse ilusionada, solo estar pensando en alguien para no pensar en nada. Y un nombre sigue aún rondando en su mente, cada vez más débil, de una historia que se apaga y se desvanece poco a poco con el transcurso de los días, pese a la convivencia diaria. Y después de él, no queda ya nada... no hay nuevas historias que contar...

sábado, 21 de abril de 2012

Una linda amistad

Una linda y hermosa amistad, en la que cada uno puede confiar en el otro, en el que se sabe que siempre estará ahí, ofreciendo un consuelo a los desengaños habidos y por haber, a las tristezas, y alguien que comparte tus alegrías, que se alegra por tus triunfos, que te ayuda a levantarte después de cada caída, a quien le puedes confiar todo lo que te pasa con la seguridad de que nada de lo que digas saldrá de sus labios.
Tengo amigos así, aunque no con todos la situación es tan perfecta como quisiera. Hay cierto interés más allá de la amistad, hay ciertos celos que surgen de vez en cuando, sin motivo aparente, hay muchos cambios en el estado de ánimo que no puedo explicar, pero hasta ahora, nada ha salido tan mal. Todo porque evité tomar un gran riesgo, y me alegro de haberlo hecho. En esa situación no existe el "y que hubiera pasado si..." pues ya todo estaba dicho, ya sabía el final de esa historia, y no quise que terminara así, por lo que simplemente no hice nada para que continuara.
Ahora, siendo todo eso pasado, la confianza aumentó de una manera increíblemente hermosa, aunque todavía siga ahí ese secreto inconfesable, siempre hay algo de lo que no se puede hablar.
Y no solo por mi parte, aún guardamos secretos todos: secretos vergonzosos, secretos tristes, secretos de algo muy feliz, secretos que no son nuestros y no podemos decir, hay de todo.
Y no es algo que impida que nuestra amistad se desarrolle cada día más. Pues cada día se acrecienta y mejora.