Diario de una vida

Diario de una vida
Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

viernes, 25 de mayo de 2012

Despedida (fragmento)

7/febrero/2007
-"No todo dolor lastima"-me dices mientras te marchas. 
No me queda más que verte partir.
-¿Seguiremos siendo amigos?-te pregunto mientras te alejas.
-Por supuesto que si. Jamás te olvidaré.
Veo tus ojos, y una lágrima furtiva que se desliza por tu mejilla.
-Yo a ti tampoco
Tengo la voz débil. ¡Es tan duro verte partir!
Sé que debemos separarnos, pero aún no puedo creer que sea verdad. 
Tanto tiempo juntos; llegó la hora de la despedida.
Comienzo a llorar. Entonces me olvido de todo lo demás y voy corriendo a alcanzarte.
-No te vayas por favor,...no quiero que te vayas.
-Lo siento, pero es tiempo de irme, aunque yo tampoco quiero dejarte.
-Entonces no lo hagas.
-Debo hacerlo, y tú también.
Sigo llorando. Me abrazas y lloro en tu hombro.
-No quiero separarme de ti-te digo entre sollozos.
Entonces haces que levante la cara, y con tu mano quitas las lágrimas que amenazan con salir.
-No llores, por favor.
-Lo siento, no puedo evitarlo.
Tus ojos están rojos, parece que de ellos también quiere asomarse el llanto.
-Nunca te olvidaré y lo sabes bien. Te escribiré con frecuencia, te llamaré por teléfono; haré lo que sea para acortar la distancia.
-Pero yo no me conformo con eso; quiero saber que estás cerca de mi.
-Eso haremos, pues siempre estarás en mi mente.
-Y tú en la mía, pero eso no es suficiente.
-No. No lo es. Pero es lo único que tenemos.
Nos quedamos abrazados un momento.
Luego me besaste en la frente, y te fuiste para no volver más.

sábado, 12 de mayo de 2012

Juicios precipitados, conclusiones erróneas

Todos tienen la respuesta para todo lo que ocurre alrededor, con sus amigos, o con sus familias, pero parece que nadie tiene respuesta para lo que ocurre en su interior.
Al ser observadores externos, juzgamos de acuerdo a lo que vemos, o creemos ver; interpretamos las cosas a nuestra manera, basándonos en las experiencias previas de cada uno, en función de lo que sabemos, creemos, vemos, y nuestra forma de interpretar las cosas. Pero este juicio es personal, y a veces ajeno a la realidad, pues al juzgar no tomamos en cuenta muchas veces como es realmente esa persona, o personas, ni su pasado, ni sus experiencias, ni siquiera nada sobre lo que sabemos que es. Y nuestro juicio parece absoluto a nuestros ojos, pero no tomamos en cuenta las circunstancias, las acciones, ni las motivaciones detrás de dichas acciones.
Malinterpretamos lo que vemos, por error, por descuido, por ignorancia; pero nuestras conclusiones no se basan en resultados reales, ni siquiera en observación completa. Sólo ver algo por un momento, por incluso varios momentos, no indica que podamos verlo todo; y nuestras conclusiones casi siempre son equivocadas y apresuradas, y nuestros juicios erróneos y precipitados.
Si tan sólo pudiéramos saber la motivación detrás de lo que vemos, quizá nuestros juicios no serían tan precipitados y erróneos. Pero ¿quién tiene el interés, la paciencia y el deseo de buscar la motivación de una persona?
Juzgar o sacar conclusiones sobre alguien puede incluso no ser tan malo, si no hay prejuicios basados en ellos; lo malo empieza cuando, basados en estas conclusiones, empezamos a tratar diferente a una persona, o empezamos a divulgar lo que creemos saber sobre ella, sin siquiera detenerse a pensar si es o no correcto lo que decimos, si es o no verdad. 
Y es cuando empiezan los verdaderos problemas. Una persona puede ser juzgada injustamente por las conclusiones erróneas que sacó otra persona sobre ella; y esas palabras se difunden como si se trataran de una verdad absoluta, sin comprender del todo las motivaciones que le llevaron a realizar la acción por la que está siendo juzgada. Un malentendido que crece y se extiende hasta límites insospechados, llevando a arruinar una imagen, una amistad, un romance, o a la persona en su totalidad...