Diario de una vida

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Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

sábado, 12 de mayo de 2012

Juicios precipitados, conclusiones erróneas

Todos tienen la respuesta para todo lo que ocurre alrededor, con sus amigos, o con sus familias, pero parece que nadie tiene respuesta para lo que ocurre en su interior.
Al ser observadores externos, juzgamos de acuerdo a lo que vemos, o creemos ver; interpretamos las cosas a nuestra manera, basándonos en las experiencias previas de cada uno, en función de lo que sabemos, creemos, vemos, y nuestra forma de interpretar las cosas. Pero este juicio es personal, y a veces ajeno a la realidad, pues al juzgar no tomamos en cuenta muchas veces como es realmente esa persona, o personas, ni su pasado, ni sus experiencias, ni siquiera nada sobre lo que sabemos que es. Y nuestro juicio parece absoluto a nuestros ojos, pero no tomamos en cuenta las circunstancias, las acciones, ni las motivaciones detrás de dichas acciones.
Malinterpretamos lo que vemos, por error, por descuido, por ignorancia; pero nuestras conclusiones no se basan en resultados reales, ni siquiera en observación completa. Sólo ver algo por un momento, por incluso varios momentos, no indica que podamos verlo todo; y nuestras conclusiones casi siempre son equivocadas y apresuradas, y nuestros juicios erróneos y precipitados.
Si tan sólo pudiéramos saber la motivación detrás de lo que vemos, quizá nuestros juicios no serían tan precipitados y erróneos. Pero ¿quién tiene el interés, la paciencia y el deseo de buscar la motivación de una persona?
Juzgar o sacar conclusiones sobre alguien puede incluso no ser tan malo, si no hay prejuicios basados en ellos; lo malo empieza cuando, basados en estas conclusiones, empezamos a tratar diferente a una persona, o empezamos a divulgar lo que creemos saber sobre ella, sin siquiera detenerse a pensar si es o no correcto lo que decimos, si es o no verdad. 
Y es cuando empiezan los verdaderos problemas. Una persona puede ser juzgada injustamente por las conclusiones erróneas que sacó otra persona sobre ella; y esas palabras se difunden como si se trataran de una verdad absoluta, sin comprender del todo las motivaciones que le llevaron a realizar la acción por la que está siendo juzgada. Un malentendido que crece y se extiende hasta límites insospechados, llevando a arruinar una imagen, una amistad, un romance, o a la persona en su totalidad...

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