Diario de una vida

Diario de una vida
Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

sábado, 29 de agosto de 2015

Lo que pasó en residencia.

Estuve algunos meses en mi residencia profesional... cuatro o cinco depende si me pregunta algún amigo o me preguntan en el tec...
Al principio fue difícil: todo eso de llegar a un lugar donde solo conocía a mi asesor y al asesor de uno de mis amigos (porque también consideré la posibilidad de quedarme en ese proyecto y no en el que me quedé), y apenas de vista y de nombre; quedarme en un cuarto de una casa con una familia a la que apenas y conozco de vista, y se me olvidaban sus nombres a veces, y comer con ellos; tener que preparar yo misma mi desayuno, almuerzo y cena, yo, que no sé cocinar más que cosas muy básicas, con gran esfuerzo, y que no tenía más que una parrilla eléctrica que tarda en calentar, y unos cuantos platos, vasos y cucharas.
El primer día fue aburrido. Ángel y yo empezamos el mismo día en el mismo edificio, ligeramente separados, cada uno en su cubículo. Marco ya estaba desde la semana anterior. Pero no salíamos, porque no sabíamos que podíamos hacerlo. Yo empecé un curso online para aprender a usar las herramientas con la misma estructura que ellos la usan. Leer y seguir pasos de algo que supuestamente ya conocía fue lo más aburrido. Y saliendo, a las 2pm, llegar a esa casa desconocida y ser invitada a comer con esa pequeña familia fue algo, no sé, entre vergonzoso y extraño... sobre todo por el hecho de que yo apenas hablo cuando no conozco. 
Toda la semana transcurrió básicamente con la misma rutina, yo leyendo, haciendo mis apuntes, siguiendo los pasos del curso, llegando a comer, subir a mi cuarto a intentar avanzar al curso para terminarlo más rápido, que en realidad no avanzaba porque hay muchas series y animes que quería ver, y muchos libros que leer, a veces dormir por las tardes porque me levantaba temprano y me quedaba con sueño.
Todo fue aburrido pero bien. Fue hasta la segunda semana cuando empecé a sentir "el peso de la soledad". Sin mis papás, mi hermano, mis tías, mis primos... casi llamo a mis papás para que fueran por mi. Pero recordé que estaba donde quería estar, que esas eran unas "prácticas" para vivir sola, antes de irme a trabajar a algún otro estado, que si no lograba vivir sola en un lugar tan relativamente  cerca de mi casa, menos podría vivir sola en un lugar que esté más lejos, porque sin duda me lo recordarían siempre y lo pondrían como una razón de peso para no dejarme ir, y también, que si mis amigos pudieron vivir solos casi 5 años para estudiar en el tecno, ¿por qué yo no podría vivir sola cinco meses para mis prácticas? Así que "el peso de la soledad" duró a lo mucho dos días, y me quedé.
Conforme pasaba el tiempo me fui acostumbrando. Y también iba a platicar con Ángel, después hasta salíamos a comprar una coca o algo para tomar o para comer con Marco, hasta la tienda de afuera, o a las máquinas que estaban adentro.
Incluso conocí dos "chicos" (que debería decir hombres por la edad), de una forma extraña, tal vez. Uno iba caminando detrás de mi y me pasó y me saludó, pero en lugar de seguir su camino como todos hacían (porque todos eran muy amables al saludar, pero solo saludaban), él se quedó platicando casi como si nos conociéramos, y así todo era "yo esto, yo aquello" con unas preguntas para mi, cuyas respuestas le permitían hablar más de él. Me lo encontré dos veces así, y la tercera fue a visitarme hasta mi cubículo, y que según le habló a mi asesor de mi, que soy muy trabajadora e inteligente y así, cosa que no deja de agradecerse, pero bueno, ni me conoce... El otro si fue raro, porque yo iba pasando por el estacionamiento viendo el paisaje y vi una ardilla en un árbol, y seguí caminando. Después, esa misma ardilla u otra del mismo color gris, salió de debajo de un carro corriendo frente a mi y me asustó, prácticamente salté hacia atrás, y casi choqué con ese otro, que trabaja ahí mismo, y que quiso hacer conversación, primero en torno a la ardilla, y después la "ritual" del como te llamas, en que departamento trabajas, o así.
Ninguno de los dos pasó de eso, la verdad. No estaba interesada en ningún tipo de relación romántica, y menos empezar a conocer a alguien a quien no conozco, y que definitivamente tiene más experiencia que yo en todos los aspectos.
Después de dos largos meses, hasta abril, creo que después de las vacaciones, fue cuando empecé a recibir más visitas de mis amigos. Como las clases de cocina con Marco, donde llegó Ángel nada más a comer; cuando fui a cenar tacos con Mike; el "convivio" de tres personas, Ángel, Jorge y yo, solo para combeber y que descompusieran las bocinas de mi laptop; cuando se quedaron Rebe y Alma a dormir, pero antes fuimos al centro a pasear, o cuando se quedó solo Rebe y también fuimos al centro, más en secreto, y me quedé sola voluntariamente para que ella pudiera ver a alguien más, y en ambas ocasiones regresamos a comer chucherías. Realmente, visto así, fueron pocas visitas, pero estuvieron bien para mi, más con algunas de tantas para ver películas; lo que me mostró las ventajas de vivir sola, sin tener que pedir permiso para ir a algún lugar, dormirme a la hora que quisiera (aunque igual me tuviera que levantar temprano), o invitar a alguien simplemente a pasar el tiempo...
A mi edad, quizá eso no debería ser una novedad, pero para mi lo fue. Y aunque fuera poco tiempo, me considero lista para ir a trabajar a cualquier lugar lejano y vivir sola otra vez, aunque igual necesitara ir a mi casa cada fin de semana.
Y aquí termina mi corto resumen de esos pocos meses. Me ofrecieron quedarme a trabajar, pero por cuestión de salud no fue posible. Además, escogería algún otro departamento con más gente y convivencia, y posiblemente otro lugar para vivir, porque la "casera" me caía bien a veces y a veces no, supongo que dependía de mi estado de ánimo, o del clima, algo. No me sentía tan en confianza como para poner películas o música a todo volumen. Me hubiera gustado que, si me quedaba, rentar sola, ahora si, aunque también tenga sus desventajas. Pero el "hubiera" es inútil, porque no fue así.
Se dice que las cosas pasan por algo, tal vez para que encuentre un mejor lugar donde trabajar, y donde vivir.